Una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) no ocurre de la noche a la mañana. El 29 de enero, representantes de todos los Comités Organizadores Diocesanos (COD) y de las diversas direcciones del Comité Organizador Local (COL) se reunieron en el Seminario Mayor de Évora para otra sesión de trabajo. Prepararse para la JMJ lleva tiempo, y el tiempo es un bien escaso que se utiliza compulsivamente: cuanto menos tiempo tenemos, más nos consume y más importante se vuelve.
Portugal emprendió este camino en 2019 y desde entonces hasta hoy, la estructura de la JMJ Lisboa 2023 ha ido tomando forma, incluyendo, reforzando, probando y poniendo a prueba nuestra capacidad de planificar, preparar, anticipar, construir. No es un gran trabajo, es un gran acontecimiento, uno en el que Portugal siempre está a la altura, uno que ya está dando sus frutos.
La estructura es nacional, la Jornada es del mundo. La organización es de un país, el esfuerzo es de todas las Diócesis. El encuentro es con Cristo, la experiencia es para jóvenes de todo el mundo. El Papa vendrá a nuestro encuentro, Jesús cuenta con nosotros de por vida. Todo se mueve, todo vibra, y cada día surgen nuevas ideas, nuevas formas de hacer las mismas cosas que ya han hecho otros, siempre buscando la innovación, la inclusión, la previsión, la preparación.
Este trabajo no termina y la estructura toma conciencia de ello en cada reunión. El Comité Organizador Local y los Comités Organizadores Diocesanos intensifican su compromiso y multiplican su trabajo. Las comunidades están abiertas a los días venideros. Las parroquias son creativas, disponibles. Los movimientos idealizan, emprenden, articulan, refuerzan encuentros en este encuentro. Las familias sueñan con la acogida, los jóvenes construyen soluciones para la disponibilidad. Todos los días la máquina sigue funcionando y en algún lugar de nuestro corazón toma cuerpo la maduración y el discernimiento de este encuentro.
Estamos en camino, estamos juntos, aun cuando el camino parezca difícil y laborioso, pero sea lo que sea, la juventud es una fuerza que mueve el mundo, los jóvenes mueven estructuras, estructuras afirman y construyen ideas, el país se ha levantado se fue y se fue a toda prisa, resuelto, listo, atento y con las mangas arremangadas. La estructura del camino es un camino que no tiene fin, tiene puntos de encuentro que hacen muy digno el camino y la gente se acumula y encuentra al Cristo Vivo.
La estructura del camino tiene que ser la certeza de que siempre se orará por los pasos. No hay Jornada Mundial de la Juventud, ni en Lisboa ni en ninguna parte del mundo, por la que no haya que rezar. Concentrar a las personas es fácil, darles condiciones es posible, pero propiciar un encuentro entre ellas y Jesús es un don de Dios que sólo se logra en la oración, en la pequeñez de nuestro corazón y en la humildad de nuestras manos.
La estructura hace el camino, pero este camino tiene que ser orante, hecho de laboriosos silencios y ruidosos momentos de alegría, de compartir y de fe. La Jornada Mundial de la Juventud es una estructura de paz, por eso ya es un éxito entre nosotros, un refugio para todo un mundo que quiere encontrarse en Dios…