El Passeio Marítimo de Algés acogió ayer el encuentro de Voluntarios con el Papa Francisco. En una tarde calurosa, más de 20.000 voluntarios no quisieron renunciar a la oportunidad de estar más cerca del Papa Francisco por última vez.
El encuentro de los voluntarios que trabajaron antes, durante y después de la JMJ suele cerrar este gran evento. Y así fue también en Portugal. Más de 20.000 voluntarios se desplazaron ayer hasta el Passeio Marítimo de Algés para escuchar una vez más el mensaje del Papa Francisco.
El acto comenzó con un vídeo sobre la semana de la JMJ, seguido del testimonio de tres voluntarios y el agradecimiento del Cardenal-Patriarca de Lisboa, Mons. Manuel Clemente, por las palabras y gestos compartidos a lo largo de la semana con los jóvenes.
En su discurso, el Papa Francisco comparó la ola de jóvenes en Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) con las olas gigantes de Nazaré, pidiéndoles que fueran «surfistas del amor».
«Como muchos de vosotros sabéis, y yo también me he enterado, hay una ciudad al norte de Lisboa – Nazaré – donde se pueden admirar olas que alcanzan los 30 metros de altura, lo que la convierte en una atracción mundial, sobre todo para los surfistas que las cabalgan», dijo el Papa Francisco.
Dirigiéndose a los voluntarios, el Santo Padre reconoció que se enfrentan a «una ola enorme, no de agua, sino de jóvenes que acuden en masa» a Lisboa. «Con la ayuda de Dios, con tanta generosidad y apoyándoos unos a otros, habéis podido cabalgar esta gran ola. Os ha llevado aún más alto», concluyó.
Francisco también pidió a los voluntarios que continúen «cabalgando las olas de la caridad» y que sean «surfistas del amor».
En un clima de emoción y celebración, el Papa Francisco puso fin a su viaje de cinco días a Portugal con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.