Los jóvenes son capaces de mucho. Son capaces de dar lo mejor de sí mismos para construir de manera positiva.
«Es típico del corazón joven estar dispuesto a cambiar, ser capaz de levantarse y dejarse instruir por la vida» (Christus vivit, 12). Los jóvenes son capaces de mucho. Son capaces de amar. Capaces de aceptar desafíos. Capaces de dar lo mejor de sí mismos para construir de manera positiva. Capaces del arte y la belleza. De la creatividad. De la generosidad. De compartir. De la esperanza. De la voluntad de ser diferentes. A pesar de las dificultades, las preguntas y las incertidumbres, los jóvenes son capaces de tener fe. Las preguntas son muchas y las respuestas son necesarias. Porque también son capaces de encontrar a Cristo. Un Cristo joven, resucitado y vivo. Diferente, frágil, a veces inseguro y profundo al mismo tiempo. Un encuentro de alegría y fiesta que se convierte en seguimiento, experiencia de comunión, entrega y la vida buena y nueva del Evangelio encarnado en su existencia. Son capaces de rezar y de la interioridad. Capaces de una renovación en la Iglesia y en el mundo. Son capaces de soñar. A menudo son desacreditados, ignorados y olvidados. Pero su presencia renueva y hace nuevas todas las cosas, iluminando el mundo con una sonrisa creyente, una mano amiga extendida, una presencia alegre, la vida. La vida. La vida. Todos necesitamos permitir que los jóvenes sean capaces incluso de la utopía. A menudo somos expertos en encontrar aspectos negativos y peligros. Pero es necesario dar confianza. Y creer en lo que los jóvenes son capaces de hacer. Son capaces de regocijarse con el bien de los demás. Son capaces de hacer grandes sacrificios por los demás. Son capaces de ser incómodos porque son ruidosos, inconformistas, insatisfechos con lo que se les da porque desean metas elevadas. Pero también son capaces de resistir las patologías del individualismo. Son capaces de movilizar fuerzas en favor de la ecología y el respeto por la humanidad. Son capaces de ir a contracorriente, compartir a Jesús, comunicar la fe y marcar la diferencia. Son capaces de mucho. Ojalá descubran en nosotros, en todos, a quienes los hagan «¡Capaces de ti, Señor!» (Me inspiro en una canción de Claudine Pinheiro «Capaz de Ti» para este título y este texto).