Para la beata Chiara Luce Badano, Jesús era el centro de su vida. Esforzándose por ser un testimonio de fe para quienes la rodeaban, intentaba, con su ejemplo, inspirar a los demás a acercarse a Dios.
Con una sólida formación cristiana, a la edad de nueve años, Chiara participó de un encuentro del Movimiento de los Focolares, donde conoció el Ideal de la Unidad. El Evangelio se convirtió en algo dinámico en su vida.
Un día, mientras jugaba al tenis, entonces tenía 17 años, sintió un dolor agudo en el hombro. El diagnóstico fue demoledor: sarcoma osteogénico con metástasis, uno de los tipos de tumor más graves y dolorosos. Chiara acogió la noticia con valentía: “¡Venceré! Yo soy joven.»
Se sometió a dos operaciones y, ante cada etapa del sufrimiento, repetía: “¡Por ti, Jesús!”. Nunca se rebeló y aceptó todo, diciendo: “¡Si tú lo quieres, yo también lo quiero, Jesús!”.
El domingo 7 de octubre de 1990 falleció en compañía de sus padres. Yo tenía 19 años.
En una sociedad que tantas veces parece alejada de Dios o donde Él es considerado secundario, Chiara mostró la primacía absoluta de Dios y la necesidad que todos tenemos de darle a Dios su lugar en nuestras vidas.